miércoles, 9 de marzo de 2011

Hierbas mágicas




“La naturaleza nos ha provisto de una verdadera despensa mágica con las plantas que cubren nuestro planeta. Desde tiempos inmemoriales las plantas han sido utilizadas en la magia, y su función de producir cambios mediante fuerzas naturales es muy poco comprendida..
En la antigüedad las plantas eran dioses, espíritus y magos que vivían dentro de los robles y susurraban desde las flores. Nuestros ancestros descubrieron las fuerzas que estaban presentes en las plantas y la utilizaron para mejorar sus vidas.”
                           Scott Cunningham         
                                                     Enciclopedia de las hierbas mágicas

Yo no lo podía haber dicho mejor. En una vida donde procuras vivir en armonía con la naturaleza, las hierbas, las plantas, los arboles son un gran puntal desde donde disfrutar de tu leve existencia en este planeta. Empezando por  la jardinería hasta el utilizar las hierbas para sanar hay un amplio espectro de posibilidades que te permiten disfrutar de nuestros hermanos del reino vegetal, que al igual que tienen propiedades curativas también tienen propiedades mágicas. La mayoría de nosotros no lo sabemos, pero hoy en día, en estos tiempos donde se pierden identidades y costumbres propias cambiándolas por otras ajenas y desconocidas hasta hace poco, seguimos efectuando ritos ancestrales de magia, y no hace falta irse muy lejos ni buscar entre las nieblas del misterio. Costumbres  significativas de magia adoptadas por la cotidianidad  las podemos encontrar, por ejemplo, en una boda; cuando les echamos arroz a los novios al salir del templo, les estamos deseando fertilidad. Si en vez de arroz, les echamos pétalos de rosas estaremos invocando su enamoramiento imperecedero. En Navidad,  si besamos a alguien debajo de unas ramas de muérdago, estás pidiendo amor eterno… y así podría seguir y seguir.
Yo he vivido entre hierbas y plantas toda mi vida. Mi abuela tenía recetas, que a la vez venían de su abuela y se las enseñó, primero a mi madre y después a mí. A través de ellas me ha llegado una sabiduría antigua que se pierde en el océano del tiempo, y que por mi parte seguirán navegando olas de años. Lo que yo aprenda se sumará a lo que ya se y así seguiremos traspasando la información generación tras generación.
Paseando por el bosque, cultivándolas en casa, preparando tinturas, oleatos, mezclas de hierbas, infusiones para usos varios, haciendo jabones, cremas y ungüentos me siento tremendamente feliz. Experimento una conexión mágica con todas las mujeres de mi familia que me han precedido y me han regalado ese amor por las plantas, personalizándolo en mi abuela, que se, está a mi lado guiándome con su amor y sabiduría.
Mirándolo fríamente, de magia no tiene nada, aunque durante años se haya tachado de brujas a todas aquellas mujeres que conocían las hierbas y las utilizaban. Lo que nos diferencia de un médico o un farmacéutico ortodoxo es que, nosotras “las brujas”, les damos las gracias a las plantas que utilizamos, las bendecimos antes de pedirles sus poderes (curativos o espirituales) y somos tremendamente respetuosas con la madre naturaleza.. Porque de cómo está el patio de la industria farmacéutica y médica (mafias las dos) hablaré en otra entrada.; de momento y para quien quiera empezar a oler la podredumbre, les recomiendo la lectura y/o el visionado de “EL jardinero fiel”. Luego a pensar un ratito y a replantearse muchas cosas.
¡Lastima!...con lo bien que me había quedado hasta que me he cabreado




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